viernes, diciembre 01, 2006

Fotografías y memoria histórica

En un reciente viaje a Santiago de Compostela tuve que pasar necesariamente por la estación de Nuevos Ministerios de Madrid. Como usuario habitual del transporte público de la ciudad, siempre me sorprende el esfuerzo (a veces estéril, otras maravilloso) por hacer más agradables y soportables los tránsitos subterráneos por las estaciones, andenes de metro y cercanías. Exposiciones temporales, cuadros, grabados o la más reciente propuesta del BiblioMetro son buena muestra de esa dinamización cultural y de ocio que alegra el trasiego de los viandantes y que me deparó en aquella ocasión una grata sorpresa. Un panel de grandes dimensiones situado en el centro de la estación reproducía varias fotografías, la mayoría en blanco y negro tomadas por gente corriente, en momentos muy dispares de sus vidas y agrupadas en categorías como vida rural, niños, milicia, novios, tiempo libre, abuelos, etc. Todas compartían un elemento en común: formaban parte de los cientos de fotografías enviadas por ciudadanos al concurso “Fotos con Historia” organizado por el célebre Canal de Historia (www.canaldehistoria.com). La iniciativa me sorprendió tanto que por fuerza tenía que escribir algo al respecto. En realidad es ya la segunda edición de este concurso y brinda una magnífica oportunidad para que volvamos, por enésima vez, a recuperar nuestra memoria fotográfica, a abrir cajas, álbumes y armarios y rememorar de nuevo nuestros hitos vitales y los de nuestras familias con objeto de dar respuestas, aunque sean parciales, a lo que las bases del concurso proponen: “explicar quiénes somos, de dónde venimos, y qué cosas hemos hecho. Mira tu álbum familiar. ¿Qué sensaciones te transmite? ¿Qué te hace sentir?”

El caso es que desde hace meses vengo interesándome cada vez más por la fotografía como tipología de documento necesaria para completar la historia de nuestra cultura escrita. La memoria escrita personal es difícil desligarla de esa otra memoria inmediata registrada en el cliché pues, junto a diarios, libros de memoria, cartas y cuadernos las fotografías siempre comparten esa geografía de lo íntimo-familiar. A buen seguro todas las fotos que participen en el concurso serán un testimonio capaz de acortar la distancia entre el momento en que fueron tomadas y el día en que nietos, biznietos, hijos y sobrinos las recuperaron de entre los álbumes de la memoria familiar para participar en este concurso. Al pie de todas ellas escribirán una mínima explicación para hacernos comprender el por qué de su elección y la especial sensación que transmite esa foto. Así, fotografía y escritura se unirán en perfecta combinación para rastrear un momento concreto de toda una vida pero que tal vez, por la intensidad del recuerdo que evoca, sea capaz de sugerir muchas historias, muchos sentimientos o momentos que digan mucho más de lo que la fotografía individual muestre. Por cierto, recomiendo la visita de la foto titulada “la declaración de mi abuelo” dentro de la categoría de “abuelos”. En ella, el retrato masculino está rodeado de una declaración de amor escrita en 1908, bonito ejemplo de integración entre escritura e imagen en el mismo soporte. Así que, la fotografía está de moda. De hecho, fruto de su éxito como forma de comunicación que sirve además para compartir experiencias y afinidades personales aparecen otras iniciativas en la red como flickr.com. Este sitio web permite compartir millones de fotografías tomadas por gente normal y corriente y así reinventar los fenómenos de youtube para los vídeos o la descarga de ficheros compartidos. Para terminar, hemos sabido recientemente que la geoetiquetación es una nueva modalidad descriptiva de nuestras fotos más habituales. Consiste en incluir un enlace de la fotografía de nuestro viaje de estudios, del último concierto o de la montaña a la que escalamos recientemente a mapas en la red que muestran con precisión la parte del mundo en que la fotografía fue tomada. Ahora, la información asociada a cada fotografía no sólo incluye la fecha, los flashes usados o la longitud focal de la lente: también es posible añadir coordenadas de localización geográfica. ¿Seremos capaces de plasmar con detalle nuestra geografía sentimental a través de las fotografías personales por medio de iniciativas como la que observé una mañana en la estación de Nuevos Ministerios?
Diego Navarro Bonilla
(Universidad Carlos III de Madrid)

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